devenir-danzaq









Las «tijeras» de Huancavelica



Las «tijeras» de Ayacucho





 I/IIIII

«El genio de un dansak’ depende de quién vive en él: ¿el “espíritu” de una montaña (Wamani); de un precipicio cuyo silencio es transparente; de una cueva de la que salen toros de oro y “condenados” en andas de fuego? O la cascada de un río que se precipita de todo lo alto de una cordillera; o quizás sólo un pájaro, o un insecto volador que conoce el sentido de abismos, árboles, hormigas y el secreto de lo nocturno; alguno de esos pájaros “malditos” o “extraños”: el hakakllo, el chusek, o el San Jorge, negro insecto de alas rojas que devora tarántulas.»



La agonía de Rasu-Ñiti. José María Arguedas








«La danza de tijeras», 1835 (acuarela atribuida a Pancho Fierro, Lima 1809-1870)






II/IIIII



Quizás es aquí que se podrá hacer la confluencia con otros tipos de prácticas
que ya no son prácticas sociales sino, por ejemplo, prácticas poéticas o estéticas, 

como la ruptura dadaísta que introduce cierto tipo de uso radicalmente diferente de la construcción de las frases, de la construcción de las significaciones.

Un cierto tipo de ruptura que se afirma, no obstante, en su singularidad, puede devenir un proceso de singularización 

y es ese proceso de singularización, ese modo de existencialización, esa forma de construir lo existente de otro modo, lo que se transmite a la velocidad, diría, a la velocidad de la luz, o a la velocidad de los afectos, 

es decir no a la velocidad de la comprensión de un problema o a la velocidad de transmisión de las relaciones de fuerzas.





Lo que me parece importante de cara a Foucault, es que dejó todavía demasiado autónomas las esferas del saber y del poder respecto de esta esfera de la subjetivación. 

Que estos problemas de subjetivación están todavía demasiado ligados a problemas de fuerzas. 

Todavía se pliegan fuerzas, relaciones de fuerzas, ahora bien, al nivel de la subjetivación, ya no se trata de fuerzas, ni siquiera de relaciones de fuerzas, 

ya no estamos en la misma lógica de los conjuntos discursivos que deben encontrar territorios que sean distintos entre sí. 

Entramos en lo que Gilles llamó, en otra época, una lógica del sentido, que hemos retomado como lógica de los cuerpos sin órganos. 





Entramos en una lógica del afecto que no conoce las distinciones mutuas entre las entidades subjetivas. 

Un devenir-femenino como en los movimientos feministas no se opone a un devenir-homosexual o a un devenir-masculino o a un devenir-niño o a un devenir-invisible o a un devenir-planta. 

Es una intensidad un rasgo de intensidad existencial que se afirma dentro de configuraciones subjetivas completamente diferentes: 

se puede estar tomado por un devenir-femenino siendo heterosexual. Uno puede entrar en un devenir-planta o en un devenir-esquizo siendo en otra parte un hombre de acción vinculado a estructuras en el seno de las cuales existen relaciones de fuerzas. 

Lo que cuenta es ese pasaje a esta otra lógica. 

pienso que el pliegue no se instaura en campos de fuerzas,
se introduce como estructuras de plegados como estructuras procesuales que van a crear otro tipo de endorreferencia 

y eso es lo que me parece importante, en la medida en que se opere este tipo de trastocamiento, veremos que algo deviene, que se instaura otro proceso de subjetivación con sus consecuencias 

y, si no, que deja paso a otros modos de subjetivación que se refuerzan entonces según las lógicas del saber, las lógicas de las relaciones de fuerzas.







Curso sobre Foucault (13/05/1986). Felix Guattari / Gilles Deleuze







Max Cabello







III/IIIII



Mientras esperaba tu regreso, pensaba en tu padre y pensaba en ti, rezaba el rosario y me decía: ¿Qué le diré a mi hijo cuando regrese de ese peligro? El paso de cada cuenta del rosario, era el ruego de que una voluntad secreta te acompañase a lo largo de la vida, que siguieses un punto, una palabra, que tuvieses siempre una obsesión que te llevase siempre a buscar lo que se manifiesta y lo que se oculta. Una obsesión que nunca destruyese las cosas, que buscase en lo manifestado lo oculto, en lo secreto lo que asciende para que la luz lo configure. Eso es lo que siempre pido para ti y lo seguiré pidiendo mientras mis dedos puedan recorrer las cuentas de un rosario. Con sencillez yo le pedía esa palabra al Padre y al Espíritu Santo, a tu padre muerto y al espíritu vivo, pues ninguna madre, cuando su hijo regresa del peligro, debe decirle una palabra inferior. Óyeme lo que te voy a decir: No rehúses el peligro, pero intenta siempre lo más difícil. Hay el peligro que enfrentamos como una sustitución, hay también el peligro que intentan los enfermos, ese es el peligro que no engendra ningún nacimiento en nosotros, el peligro sin epifanía. Pero cuando el hombre, a través de sus días ha intentado lo más difícil, sabe que ha vivido en peligro, aunque su existencia haya sido silenciosa, aunque la sucesión de su oleaje haya sido manso, sabe que ese día que le ha sido asignado para transfigurarse, verá, no los peces dentro del fluir, lunarejos en la movilidad, sino los peces en la canasta estelar de la eternidad. 

–La muerte de tu padre, pudo atolondrarme y destruirme, en el sentido de que me quedé sin respuesta para el resto de mi vida, pero yo sabía que no me enfermaría, porque siempre conocí que un hecho de esa totalidad engendraría un obscuro que tendría que ser aclarado en la transfiguración que exhala la costumbre de intentar lo más difícil. La muerte de tu padre fue un hecho profundo, sé que mis hijos y yo le daremos profundidad mientras vivamos, porque me dejó soñando que alguno de nosotros daríamos testimonio al transfigurarnos para llenar esa ausencia. También yo intenté lo más difícil, desaparecer, vivir tan sólo en el hecho potencial de la vida de mis hijos. A mí ese hecho, como te decía, de la muerte de tu padre me dejó sin respuesta, pero siempre he soñado, y esa ensoñación será siempre la raíz de mi vivir, que esa sería la causa profunda de tu testimonio, de tu dificultad intentada como transfiguración, de tu respuesta. Algunos impostores pensarán que yo nunca dije estas palabras, que tú las has invencionado, pero cuando tú des la respuesta por el testimonio, tú y yo sabremos que sí las dije y que las diré mientras viva y que tú las seguirás diciendo después que me haya muerto. 

Sé que esas son las palabras más hermosas que Cemí oyó en su vida...





Paradiso (fragmento capítulo IX). José Lezama Lima








«Pequeño atipanakuy» nocturno entre los danzaq Escorpión y Chaska («Estrella»)








IIII/IIIII





Se te escapa entre alondras el ruido de sienes
para el agua desoída en las primeras horas
que existen o no existen pero siempre aletean
buscando la compuerta de un ruido virado
por el exceso de trabajo, por la risa.

Que existen o no existen
si tú fueras el primero
a cazar en la nieve
los insectos sin ojos
que ruedan por la nieve.

Oh, que tú seas el fin que entorna los balcones
que despiertan sin nunca despertar
en la hora prestada al baño de los ciervos.
Que lo que aprisiones sea más que el ruido
del brazo donde todo es mar afinado
para el solo momento de alcanzar el relente.
Oh, que tus labios asciendan en la respiración de los balcones
que aceptan la prisa del humo deletreado
y tus miradas se estilen en la orilla de los ríos
reemplazando a los suicidas.

Y su suerte se ha quedado
bajo los párpados pobres
como un pellizco en la rosa
del aliento de los dedos
y se reconoce y se pierde
en los insectos sin ojos
que ruedan por la nieve.



 Enemigo rumor. José Lezama Lima




Sólo lo difícil es estimulante; 
sólo la resistencia que nos reta 
es capaz de enarcar, suscitar y mantener nuestra potencia de conocimiento. 
Pero, en realidad... ¿Qué es lo difícil? ¿Lo sumergido, tan sólo, 
en las maternales aguas de lo oscuro? 
¿Lo originario sin causalidad, antítesis o logo? 
Es la forma en devenir 
en que un paisaje acude hacia un sentido.


 Mitos y cansacio clásico. José Lezama Lima



Cuadrillas en Pasacalle (en primer plano el danzaq Misti y el niño-danzaq Accaymarca)





IIIII/IIIII





Carecemos del más mínimo motivo para pensar que los modos de existencia necesitan valores trascendentes que los comparen, los seleccionen y decidan que uno es «mejor» que otro. 

Al contrario, no hay más criterios que los inmanentes, y una posibilidad de vida se valora en sí misma por los movimientos que traza y por las intensidades que crea sobre un plano de inmanencia; 

lo que ni traza ni crea es desechado. 

Un modo de existencia es bueno, malo, noble o vulgar, lleno o vacío, independientemente del Bien y del Mal, y de todo valor trascendente: 

nunca hay más criterio que el tenor de la existencia, la intensificación de la vida





El problema cambiaría si fuera otro plano de inmanencia. Y no es que quien cree que Dios no existe pueda entonces imponerse, puesto que pertenece aún al antiguo plano en tanto que movimiento negativo. 

Pero, en el plano nuevo podría ser que el problema concerniese ahora a la existencia de aquel que cree en el mundo, ni siquiera en la existencia del mundo, 

sino en sus posibilidades de movimientos e intensidades para hacer nacer modos de existencia todavía nuevos, más próximos a los animales y a las piedras. 

Pudiera ser que creer en este mundo, en esta vida, se haya vuelto nuestra tarea más difícil, 

o la tarea de un modo de existencia por descubrir en nuestro plano de inmanencia actual. 

Es la conversión empirista (tenemos tantas razones para no creer en el mundo de los hombres, hemos perdido el mundo, peor que una novia, un hijo o un dios…). 

Sí el problema ha cambiado.





¿Qué es la filosofía? Gilles Deleuze / Felix  Guattari










Max Cabello




 





1 comentario:

  1. “Nah ist / Und schwer zu fassen der Gott. / Wo aber Gefahr ist, wächst / das Rettende auch”
    [“Cercano es / y difícil de asir el Dios. / Pero donde se halla el peligro, crece / también aquello que salva”.] Hölderlin. Patmos segunda versión

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